capitulo-5 LOS BRUJOS HABLAN
ANGUSTIAS Y PROBLEMAS HUMANOS
De nada sirven los conocimientos que no se pueden utilizar prácticamente, y es por esto que quiero en este libro poner en la medida de lo posible algunos conocimientos de Ocultismo al alcance de todos, sin que se necesiten estuDios previos para utilizar prácticamente las instrucciones que aquí se dan.
Es mi deseo por esto, eliminar todos los términos complicados que figuran en los tratados de Ocultismo, ya que para poder descifrarlos es necesario ser un erudito. Sé que en muchos de estos libros se ha ocultado deliberadamente la verdad, ya que es peligroso pregonarla a los cuatro vientos.
En la antigüedad los conocimientos ocultos se enseñaban solamente a elegidos después de haber pasado terribles pruebas de carácter físico, moral y espiritual; pero en esta era de materialismo y desconcierto es necesario divulgar esta ciencia hasta donde el secreto lo permita, a fin de que sirva de ayuda e inspiración para los que deseen proseguir estuDios superiores o para los que busquen sencillamente ayudarse en cualquier terreno, sea éste económico, sentimental o psicológico.
Hay personas que tienen graves problemas y buscan ayuda para solucionarlos, pero no saben adonde buscar y vanamente levantan sus ojos al cielo.
Si se les habla de Ocultismo se sonreirán incrédulamente tal como lo hace la ciencia. A estas personas les aconsejaría que pusieran en práctica primero los consejos que doy en este libro y solamente después de haberlos practicado juzguen por los resultados.
Si hace mil años se hubiera dicho que los hombres iban a hablar a través de un hilo, que tendrían una caja donde aparecerían imágenes vivas y que andarían en vehículos que se moverían por sí solos, la gente se habría reído tomando por loco al autor de tales afirmaciones.
Dentro de un tiempo que no conocemos todos los poderes maravillosos del Ocultismo como la telepatía, la clarividencia y otros menos conocidos serán de público dominio y practicados habitualmente en la vida diaria. Todo es cuestión de evolución. Mayor o menor tiempo transcurrido para adquirir conciencia e inteligencia. Si pensamos en la relatividad del tiempo, comprenderemos que puede existir una ciencia que acelere grandemente el desarrollo de la conciencia humana hasta límites desconocidos.
Esta ciencia se ha mantenido y se mantiene en el secreto ya que la Humanidad no está preparada para recibirla por no haber alcanzado el suficiente grado de perfección moral y espiritual.
Aquél que por la práctica constante del bien, del amor fraternal y de las virtudes humanas va elevándose espiritualmente, se hace acreedor a estos conocimientos que son imposibles de adquirir sin estar preparado para ello.
Por una equivocada actitud producida por el tremendo materialismo de nuestra época, todos buscan la felicidad a través de conquistas de orden material, situando en primer lugar la obtención de la riqueza y la fortuna, ya que con esto esperan conseguirlo todo en la vida, pero al final después de muchas vueltas y revueltas sólo quedan hastío y decepción, pues son poquísimos los que llegan a la verdadera felicidad que debe ser el patrimonio y legítimo derecho del ser humano en la tierra.
¿Qué se logra con tener grandes riquezas si se desfallece de hambre y sed espiritual?
Los jóvenes con su eterna despreocupación viven pensando en el hoy, pero cuando llegan a la vejez y se dan cuenta de que el tiempo ha transcurrido demasiado rápidamente y que no han realizado casi nada de lo que íntimamente anhelaban se preguntan con amargura: ¿Qué he hecho en la vida? ¿Qué huella dejaré en la tierra después que muera?
Por desgracia (o por fortuna) no se nace sabiendo, y es necesario vivir 50 ó 60 años antes de alcanzar el discernimiento necesario para no cometer errores. Paradójicamente, cuando se alcanza esta sabiduría, este conocimiento del arte de vivir, empieza a decaer el cuerpo debido a la vejez y sobreviene la muerte justamente cuando se había alcanzado un estado de conciencia adecuado para lograr una verdadera felicidad. Esta aparente injusticia nos debe dar mucho que pensar, meditar en qué potencia misteriosa es aquélla que nos dio la vida sin pedirla, y que cuando hemos aprendido a disfrutarla, nos la quita.
Naturalmente no todos aprovechan las experiencias recibidas y muchos llegan a la vejez tanto o más ignorantes que en su juventud.
Existen muchas Universidades en todo el mundo, colegios y centros de enseñanza que hacen sentirse orgulloso al mundo civilizado por el grado de cultura que ha alcanzado, pero en ninguna parte existen escuelas donde se nos enseñe la más difícil y necesaria de todas las ciencias: el arte de vivir.
El resultado final de una vida es casi mera cuestión de accidente o casualidad, producto de la gran Ley que rige al Reino Animal: la ley del más fuerte.
Es un verdadero milagro que jóvenes normales, sanos, de regulares inquietudes intelectuales y espirituales, lleguen a convertirse en profesionales, ya que encuentran tanto misterio; tanto abandono espiritual, tanto odio, tanto egoísmo, ignorancia e incógnitas sin solución, que es extraño que no terminen con su mente desquiciada por tantas y tremendas contradicciones. Triunfan generalmente aquéllos que logran colocarse una venda en la vista y tapones en los oídos a fin de no ver ni oír nada para mantenerse insensibles a los grandes problemas humanos.
Muchos que han llegado a vislumbrar la verdad repentinamente han terminado con su mente perturbada.
Los padres transmiten a sus hijos únicamente su personal concepto de la vida que estará solamente en relación con sus propias experiencias y conocimientos, pero no de acuerdo con leyes inmutables y eternas. Es por esto que los hijos siempre encuentran “anticuados” a los padres y se sienten incomprendidos por ellos.
La psicología y la psiquiatría hacen un esfuerzo notable tratando de acondicionar la psiquis para poder afrontar la vida en mejores condiciones, pero son incapaces de controlar ciertas manifestaciones psíquicas que están más allá de sus conocimientos ortodoxos.
Psicólogos iniciados en los misterios de la mente podrían contribuir en el ámbito educacional a cambiar el estado psíquico de sus consultantes eliminando todo lo malo y negativo.
Todos los jóvenes tienen graves problemas sentimentales y espirituales que generalmente no hallan eco en sus padres, y llevados por estos problemas cometen errores que en su sano juicio habrían evitado. Digo “en su sano juicio” porque cuando los problemas de cualquier tipo que sean, se convierten en una obsesión peligrosa, flaquea la estabilidad mental y emocional del individuo y deja de ser éste responsable de sus actos porque pierde la capacidad de razonar.
En estas ocasiones un psiquiatra es irreemplazable.
El buscar consuelo en la religión no satisface al hombre moderno que busca siempre el “porqué” de todas las cosas, que desea conocer la causa científica por la cual se produce algo.
No deseo de ninguna manera herir a los que profesan una fe religiosa sino que únicamente poner de manifiesto que si bien hay individuos que se contentan con aceptar dogmas por fe en una religión, hay otros que buscan el camino de la razón y el conocimiento para conocer las causas.
Para estos hombres que buscan el camino del conocimiento, el Ocultismo representa el logro de su búsqueda ya que si se dedican a investigar desprejuiciada, serena e inteligentemente encontrarán y conocerán las causas ocultas de todos los fenómenos que percibimos a través de nuestros sentidos y de nuestra mente.
El arte de vivir es tan fácil y tan difícil al mismo tiempo. Está todo encerrado en amaos los unos a los otros.
Por desgracia el ser humano es débil, falto de voluntad, estabilidad, unidad y conciencia. Tan débil es, que se ve perpetuamente acosado por multitud de deseos, ambiciones, oDios, egoísmo, vanidad y diversas pasiones que le cierran el camino a más elevados logros.
Todos estos estados pasionales forman una verdadera cárcel para el espíritu, que se ve incapacitado de disfrutar plenamente de su vida en el cuerpo y que no puede expresar a través de este cuerpo que es su vehículo en la tierra, sus pensamientos, deseos y capacidades. Él, que es perfecto en esencia por ser una emanación de Dios se ve arrastrado por la materia salvaje, animal y pasional a cometer actos que van en contra de sus deseos de mayor evolución.
En vez de servir el cuerpo al espíritu, se ve obligado el espíritu a servir al cuerpo, por haber sido totalmente borrado y desplazado de la conciencia humana por los deseos egoístas de la masa que busca satisfacciones propias de su condición.
Es por esto que el abuso de las satisfacciones puramente materiales como beber, comer, y disfrutar de refinamientos sensuales de todo tipo, deja una tremenda insatisfacción interna, que es la reacción del espíritu al verse arrastrado a la realización de actos en pugna con su elevada condición.
Un hábito de penosas consecuencias es el de acostumbrarse a satisfacer todos los deseos del cuerpo apenas se manifiestan. Se estima como la felicidad más completa el poder disfrutar de todas las comodidades materiales, aunque se viva como un indigente espiritual; y el hombre inteligente, fraternal y de una exquisita sensibilidad espiritual es a menudo mirado como un tipo de poco valer si no tiene una buena cuenta bancaria o un lujoso automóvil. Los poseedores de grandes riquezas son recibidos con respeto en todas partes y todo el mundo los reverencia y les abre paso. Forman una especie de aristocracia millonaria que desprecia a los desposeídos de la fortuna. Es bien curioso, sin embargo, lo que se puede observar en el plano espiritual o plano de la energía, llamado comúnmente cuarta dimensión. Allí existe la aristocracia del espíritu; fraternidad a la cual sólo tienen acceso aquéllos que han conseguido transformar los metales viles de su alma en oro espiritual, es decir, los que han vencido todas sus debilidades y pasiones para reemplazarlas por virtudes. En este plano puede verse a un importante hombre de negocios elegantemente vestido y pasajero de lujoso automóvil con apariencia de mendigo y llevando a cuestas una serie de horribles demonios. Estos demonios son las posesiones materiales de este hombre que se convirtió en esclavo de la riqueza. Él no tiene una casa, es la casa la que lo tiene a él. No tiene un automóvil, el automóvil lo tiene a él. Otro en cambio, que en vida puede ser un humilde barrendero es tratado en este plano como un gran señor y se le ve vestido con albos y bellos ropajes.
La vida es una gigantesca obra de teatro con millones de actores, donde cada cual se ha colocado una máscara para representar el papel que le ha sido asignado por el director de escena, o sea Dios.
La diferencia que existe entre el teatro y la realidad es que en la realidad cada hombre representa varios papeles, tiene multitud de disfraces y máscaras, uno para cada ocasión. Se ve obligado a asumir diversos papeles para impresionar a los demás y afirmar su personalidad. Después de mucho tiempo de llevar interpretando estos papeles, se confunden tanto con la realidad, que pasan a formar parte de la psiquis del individuo.
Estas máscaras contribuyen a mantener al hombre sumido en la ignorancia de la realidad, ya que todo lo percibe a través de sus “papeles”.
La divulgada recomendación “conócete a ti mismo” se convierte en un imposible entre la maraña de las máscaras.
Imaginemos una obra en que cada personaje quisiera interpretar su propio papel sin tomar en cuenta a los demás actores ni al director de escena y tendremos una buena idea de lo que ocurre en el alma humana. Se ha llegado a confundir tanto la escena con la realidad que nadie es capaz de percibir en forma objetiva lo que nos llega a través de nuestros sentidos. Toda percepción en el hombre es subjetiva y es por esto que vive en la ignorancia y es presa del dolor, la enfermedad y el temor a la muerte a pesar de tener toda la sabiduría del Universo dentro de sí mismo.
Esta trastrocación del principio pensante del individuo es la verdadera Torre de Babel que produjo la incomprensión total y completa de la Raza Humana. Todos los actos humanos están condicionados a sucesos externos que influyen de uno u otro modo en el estado de ánimo o mental del individuo inclinándolo hacia una determinada decisión.
Son muy pocas las exteriorizaciones auténticas del ego o espíritu que son las únicas que se pueden considerar dentro del plano de lo consciente.
Las manifestaciones corrientes son producidas por presiones diversas ejercidas en la psiquis por algo que ha llegado a través de los sentidos, o por estados vibratorios que se han grabado en el subconsciente debido al total de experiencias tenidas hasta el momento de la exteriorización.
El estudio del Ocultismo es el estudio de sí mismo, para aprender a distinguir lo real de lo irreal, lo auténtico de lo artificial. Podemos llamar a lo real el espíritu, y a lo irreal, la personalidad.
De aquí en adelante consideraremos la personalidad como el conjunto de vida que existe dentro del hombre que le ha llegado desde afuera a través de la herencia, la educación, el medio ambiente y las experiencias felices o desgraciadas.
En contraposición a la personalidad está la esencia, que es la irradiación del espíritu.
Al saber y comprender esto plenamente resulta curioso oír decir a un individuo: “Yo quiero hacer tal cosa” o “Mi opinión es la siguiente”.
¿Es que acaso las máquinas pueden opinar o querer hacer algo?
¿Puede hablarse de conciencia de una máquina, voluntad de una máquina o amor de una máquina? Los modernos robots que ha creado la ciencia no son nada nuevo, son sencillamente una caricatura humana.
Estos robots están acondicionados por medio de diversos circuitos para reaccionar siempre igual ante determinadas circunstancias. Según el circuito que actúe será la reacción. Es fácil darse cuenta de que es imposible que uno de estos robots “piense por sí mismo”, es decir, que ejecute actos que no estén grabados previamente en sus circuitos pudiendo no obstante combinar los datos en ellos contenidos. Desde el momento en que hiciere tal cosa habría nacido en él la conciencia. El hombre es igual a estos robots. Piensa, siente, reacciona, siempre de acuerdo a las combinaciones de sus diversos circuitos. Esto no es la realidad, no es lo objetivo; son circuitos trazados en su psiquis por diversas circunstancias.
Al referirse a este estado en que ha caído el hombre se dice en Ocultismo que “está dormido”, duerme profundamente, ya que todo le sucede como si lo soñara a través de los espesos velos de sus diversos circuitos. Todo lo agradable y placentero para la masa o cuerpo físico contribuye a hacer este sueño más profundo.
Ésta es la causa de todos los ayunos, privaciones, tormentos y disciplinas de todos los místicos que buscan el desarrollo de la conciencia.
Estas disciplinas tienen por objeto, “incomodar” al cuerpo, remecerlo fuertemente para hacerlo despertar de su letargo. Lo más terrible de este peculiar estado es que nadie se da cuenta de él, y a quien se le hable de esto se sonreirá irónicamente y dirá: “¿cómo voy a estar dormido, que no ves acaso que estoy despierto?”.
Esta incapacidad de reconocer el propio estado de sueño, cierra inmediatamente toda posibilidad de progreso, ya que mal se puede pedir a una persona que combata algo cuya existencia no admite.
Es posible llenar a conocer el estado de sueño únicamente por una cuidadosa auto-observación y autoanálisis. ¡Qué diferente es entonces el concepto de placer y dolor! Todo placer puramente físico favorece el sueño y todo dolor, sea éste físico o moral, es un verdadero sacudón que disipa el sueño.
El que ha despertado plenamente no necesita del dolor para evolucionar.
Por la importancia que reviste examinaremos en más detalle este asunto de la conciencia.
Si nos observamos atentamente veremos que en la vida diaria tiende a producirse una identificación o fuga de nuestra conciencia hacia todo aquello en que fijamos nuestra atención. Mientras más atraiga nuestra atención un suceso cualquiera, más perdemos la conciencia de nosotros mismos ya que la atención desplaza la conciencia hacia el objeto al cual se dirige.
En este momento es cuando se produce la identificación entre el individuo y el estímulo, identificación que lo deja totalmente dormido o inconsciente.
¿Puede estar plenamente despierto un individuo que no tiene la conciencia de ser?
El Yo o Espíritu vive preso en medio de la telaraña de las sensaciones que llegan constantemente al cerebro. Múltiples son las impresiones que llegan a través de los sentidos. La imaginación trabaja aceleradamente durante todo el día sin que tenga un momento de descanso. Todas estas sensaciones son las vallas que nos impiden llegar a ser conscientes. Si examinamos la psiquis de diversos individuos veremos que existen marcadas diferencias en cuanto al desarrollo de su conciencia. El hombre más bajo es aquél cuyo centro de vida está en el cuerpo físico únicamente, aquél en que predominan las funciones instintivas sobre el pensamiento y las emociones. En otros, el centro de su vida psíquica está en el corazón, lo emocional sobrepasa a todo lo demás, este hombre vive a través de las emociones únicamente. En un nivel un poco más elevado se encuentra el intelectual, cuyo centro psíquico de vida es el cerebro; este hombre utiliza la razón en todo y todo lo considera mentalmente.
Estos tres tipos de hombres forman la Humanidad corriente, los hombres-máquina o autómatas.
Sobre estos hombres se encuentra una categoría humana, totalmente desconocida de la cual sólo han trascendido chispazos de su genio, pero que nadie sabe cómo llegaron a elevarse por encima de los nacidos de mujer para transformarse en los hijos de Dios o dos veces nacidos.
No se crea que estos hombres son los que integran la realeza o la aristocracia de sangre o dinero. Su condición no tiene nada que ver con cosas materiales. Son sencillamente seres humanos que llegaron a conseguir todo aquello que el común de la gente se imagina tener, como por ejemplo, voluntad propia, libre albedrío, conciencia, libertad, etc.
A fin de dar una cierta idea del desarrollo de estos elegidos (muchos serán los llamados y pocos los elegidos) estableceremos una breve clasificación.
En el grado más bajo de los elegidos encontramos al hombre que puede haber nacido en cualquiera de los grupos anteriormente descritos pero que los supera por haber entrado en contacto con una escuela oculta.
Adquiere un Yo o centro psíquico más o menos estable y empieza a conocerse a sí mismo. Este hombre sin embargo todavía tiene la posibilidad de retroceder y volver al estado de sueño, de caer en su antigua condición ya que sus conquistas no son todavía permanentes, no se han convertido en carne de su carne y en sangre de su sangre.
Un peldaño más arriba tenemos al que ha logrado producir una cristalización psíquica, o sea que ha logrado unir su alma en un todo y refundirla en una determinada dirección. Naturalmente, es posible que esta cristalización se haya producido en una errada dirección, por lo cual este hombre no podrá desarrollarse hasta llegar a la perfección, a menos que se decida a un momentáneo retroceso y proceda a la fusión de aquello que había logrado cristalizar. Una vez hecho esto, tiene el camino abierto para una nueva cristalización de acuerdo con lo deseado.
En la cumbre de este camino de perfección se encuentra el hombre que llegó a alcanzar el completo desarrollo y evolución que puede alcanzar como ser humano y llegó a poseer para siempre voluntad, conciencia, inmortalidad, dominio sobre la materia, etcétera.
Podemos ver que todo el trabajo de desarrollo oculto se centra en el alma del individuo y tiende a eliminar primero todo lo negativo y no deseable para sustituirlo por buenas cualidades, y posteriormente unir todas las corrientes de fuerza del alma bajo la dirección del Yo y la voluntad.
Si analizamos nuestra alma nos daremos cuenta de su tremenda complejidad, descubriremos los ocultos móviles que nos llevan a actuar o reaccionar en una u otra forma.
Existen dentro de nosotros una serie de fuerzas que obstaculizan el correcto funcionamiento de nuestra maquinaria y éstos son los complejos, inhibiciones, y los sentimientos y pensamientos negativos o desintegrantes. Nuestra vida depende en mucho mayor grado de lo que imaginamos, de nuestra alma. Todo lo que aparecerá posteriormente en el cuerpo físico se origina en el alma. Si un hombre enferma es porque enfermó su alma. Si envejece, es porque envejeció su alma. Si “la mala suerte” lo persigue y no puede conseguir nada en la vida, es por su alma.
Es muy difícil verse a sí mismo, conocer las propias limitaciones y errores, pues generalmente la causa de nuestras desdichas se encuentra muy adentrada en la psiquis.
Es a través del alma que se manifiestan las fuerzas positiva y negativa de que hemos hablado anteriormente.
Según la fuerza que predomine nos elevamos o descendemos cada día.
La fuerza destructiva es la que impera en todos los momentos de pesimismo, desaliento, tristeza, melancolía, timidez, etc. Todo hombre que triunfa es porque ha sabido conectarse consciente o inconscientemente con la fuerza constructiva usando para ello su voluntad, sus sentimientos y su imaginación. Más adelante daremos instrucciones para usar prácticamente esta poderosa fuerza.
En este capítulo nos concretaremos a examinar los pequeños y grandes problemas del hombre medio que se derivan en su totalidad del binario Espíritu y Masa.
Si recordamos que somos espíritus en cuerpos de animales, nos daremos cuenta del eterno conflicto que existe en cada ser humano, el conflicto entre el Yo y el cuerpo o masa. Por cierto que no es posible identificarse sino con el cuerpo físico porque éste sirve solamente como vehículo al espíritu. Es la forma material con que éste se ha revestido para poder actuar dentro del plano físico. Como espíritu y cuerpo representan los polos opuestos de una misma energía que es Mente, la vida en la tierra se convierte en un verdadero cautiverio para el que no ha educado su masa a fin de que sirva al espíritu. En la mayor parte de la raza humana es el espíritu el que sirve al cuerpo y se convierte en un verdadero esclavo de éste, debiendo en todo momento prestar sus energías para la satisfacción de la masa. Ésta es la situación que el hombre ignora; el espíritu, que es energía superconsciente y superinteligente, es el criado de la masa que es materia bruta e inconsciente.
De esto provienen todas las desdichas, conflictos, contradicciones, enfermedades y dolores humanos.
El Ocultismo es la ciencia de volverse consciente e inteligente educando a la masa para que el espíritu pueda actuar con toda su potencia e inteligencia.
Ésta es la verdadera unión con Dios, o sea la unión con el propio espíritu, el encontrarse a sí mismo.
Toda disciplina espiritual que no parta de esta base es falsa y antojadiza y nada conseguirá el que pretenda elevarse hacia Dios sin haberse vencido y educado a sí mismo.
Muchos pseudo-ocultistas pretenden haber alcanzado la conciencia cósmica o sea la unión con Dios, pero no sería difícil comprobar que ni siquiera han alcanzado la conciencia de sí mismos, paso indispensable para llegar a lograr la conciencia cósmica.
Siempre debemos empezar por alcanzar conciencia en lo material para conocer nuestra exacta posición ya que desde el momento en que vivimos en un cuerpo físico no podemos olvidarnos de él para remontarnos a desconocidas alturas.
Es muy conocido en Ocultismo el símbolo de la estrella de cinco puntas o pentagrama que representa a un hombre de pie con los brazos abiertos.
Esta estrella se emplea en ocultismo porque representa el ideal, o sea el hombre cuya conciencia o espíritu domina plenamente sobre su cuerpo.
El profano, o sea aquél que sirve a la materia, se representa por esta misma estrella pero invertida, o sea el cuerpo dominado sobre el espíritu.
Aquél que ha realizado el pentagrama lleva una vida muy distinta del que no ha cultivado sus facultades espirituales. Físicamente su existencia puede ser similar a la de cualquier otro hombre pero psíquicamente vive en un mundo totalmente distinto, mundo donde no existen la fealdad, el odio, el temor, la muerte, el dolor ni la destrucción.
El ocultista es un verdadero científico que ha aprendido a dirigir conscientemente su vehículo, o sea, su cuerpo, maquinaria super complicada que domina y maneja al profano.
Este fantástico vehículo que es el cuerpo humano es manejado por el iniciado tal como una enorme central eléctrica en la cual conecta o desconecta circuitos a voluntad. Si su mente funciona demasiado a prisa, desconecta el circuito mental y ella queda inactiva. Si desea cambiar de personalidad a fin de entenderse con personas de otra esfera intelectual o social, cambia su estado vibratorio ajustándolo al medio en el cual quiere actuar. Si su hígado o estómago se enferma, establece una sobrecarga eléctrica en este circuito, a fin de saturarlos de vida y cambiar la enfermedad en salud.
Naturalmente que esto no se alcanza en poco tiempo, y ésta es la razón de que muchos estudiantes de Ocultismo se desalientan al no poder obtener resultados prácticos a corto plazo.
Para el Iniciado que ha llegado a obtener un dominio total y completo sobre la materia, nada es imposible, ya que puede inclusive rejuvenecer su cuerpo físico y vivir en la tierra por un período de tiempo increíble para los profanos.
Recordemos el aforismo hermético que dice: todo es mente, el Universo es mental.
Ésta es la clave suprema para todas las realizaciones humanas.
Todas las posibilidades se encuentran contenidas en este aforismo. Meditando detenidamente en él, es posible llegar a comprender muchas cosas. Comprenderemos que la causa de todas nuestras dificultades se encuentra dentro de nosotros mismos y que variando nuestro estado mental las venceremos.
Si comprendemos que todo es mente veremos que nuestro cuerpo es energía-mente detenida o coagulada en una vibración determinada. Nuestro cerebro, nuestro hígado, nuestro corazón son materia mental a través de la cual podemos actuar con nuestro pensamiento.
A fin de aclarar más el dominio que el iniciado alcanza sobre su cuerpo, diremos que a través de una rígida autodisciplina llega a hacerse obedecer de la materia mental o atómica de todo el cuerpo, pudiendo por lo tanto actuar sobre lo físico a través de lo mental.
Ya que, estamos hablando sobre el cuerpo físico analizaremos ese desequilibrio que se llama enfermedad.
Generalmente la ciencia médica se limita a extirpar los frutos venenosos de un árbol que se mantiene oculto y cuyas raíces están en el alma. Este árbol fructifica en forma de enfermedad y es regado o vitalizado por los estados negativos del sujeto.
Todo lo que conocemos como enfermedad se origina primero en el alma aunque sea una lesión puramente física tal como la fractura de una pierna.
Nada sucede porque sí, todo tiene una causa originaria, causa que debemos buscar siempre en los estados vibratorios del alma.
La creación de una enfermedad se debe generalmente a estados anímicos y mentales de carácter destructivo mantenidos durante largo tiempo en el alma. Estos estados negativos forman verdaderos núcleos magnéticos de carácter altamente destructivo. Cuando una de estas coagulaciones electromagnéticas adquiere mucha fuerza por la constante repetición de estados negativos, se desdobla o materializa físicamente en forma de alguna enfermedad. Esta enfermedad tratada en forma ortodoxa desaparece, pero queda dentro del alma la raíz que puede volver a fructificar por la repetición de nuevos estados negativos que sirven de abono o alimento a este árbol.
Es posible también que la vibración destructiva que produjo más tarde una enfermedad, haya penetrado en el alma desde fuera en un momento de debilidad vital o en un estado fuertemente depresivo o histérico, estados que abren totalmente las puertas de las defensas invisibles del hombre. Lo que conocemos con el nombre de Aura es la irradiación electromagnética del individuo que sirve como coraza protectora contra vibraciones extrañas. Cuando esta defensa desaparece quedamos a merced del inmenso océano de diferentes vibraciones que es la atmósfera que nos circunda.
Se objetará que muchas enfermedades son producidas por microbios. Sin embargo, es necesario considerar que la virulencia de un germen no depende exclusivamente de éste sino del contacto microbio-cuerpo. Es indispensable la existencia de un medio adecuado que se produce por la influencia de las coagulaciones electromagnéticas negativas. Mientras la ciencia no busque la causa de las enfermedades en el plano de la energía mental no podrá encontrar el remedio para aquellos males producidos por supermicrobios o microbios etéricos que existen como principio activo únicamente en el plano energético. Uno de estos casos podría ser el del cáncer, lo cual explicaría casos de posible contagio, al ponerse en contacto el enfermo con un sujeto cuya aura estuviera abierta.
Podríamos comparar a estas coagulaciones electromagnéticas con sanguijuelas que se localizaran en una parte del cuerpo y comenzaron a chupar la esencia vital de la célula. Una vez que este ente ha extraído esta esencia vital se produce la degeneración celular por falta de energía. A medida que el coágulo destructivo se alimenta va haciéndose más fuerte y extendiéndose hasta lograr una total aniquilación.
Es imposible que el cáncer se presente en un individuo de aura fuerte, magnética y pletórica de vida, belleza y amor. Son muchos los casos de enfermedades producidas por estados energéticos destructivos generados por el propio individuo.
La medicina oculta empieza por lo tanto por cambiar los estados vibratorios del alma para llegar a destruir lo negativo que puede llegar a manifestarse, o que ya se haya manifestado como enfermedad. Si pudiéramos ver en el plano de la energía, nos horrorizaríamos al observar a los demás y al observarnos nosotros mismos. Veríamos verdaderos Zoológicos ambulantes, hombres con parásitos de energía mental incrustados en diversas partes del cuerpo, según las pasiones dominantes del individuo. Cada uno de estos parásitos simulará formas grotescas de animales, verdaderos demonios que se alimentan de las energías vitales hasta producir el agotamiento.
Basta pensar que todas las energías humanas tienden a crear la mente, el corazón, los deseos, etc., para que nos demos cuenta de que con cada deseo y con cada pensamiento estamos dando a luz verdaderos hijos invisibles que son los que están formando nuestra buena o mala suerte. Es por esto que se puede afirmar sin exagerar, que el hombre es hijo de sí mismo porque de acuerdo con sus exteriorizaciones energéticas se va formando y creando a sí mismo. De él depende el crear ángeles o demonios.
Hay ocasiones en que nos encontramos con personas que a pesar de verse limpias y bien arregladas y ser totalmente normales físicamente, nos producen asco y repugnancia, sin que logremos darnos cuenta a qué se debe esto.
La causa de estas antipatías o simpatías repentinas radica en el desplazamiento electromagnético vital, producto de la vibración predominante en una persona, vibración que a su vez es producida por el conjunto de sus pensamientos y sentimientos.
Todo aquel que actúa de acuerdo con las leyes de la Naturaleza estará siempre protegido por ella, pero el que viola sus leves tendrá que sufrir su reprobación.
¿Puede alguien quejarse de mala suerte cuando no pierde ocasión de hablar mal de la gente o de proferir groserías constantemente?
¿Pueden quejarse el invertido, el borracho o el depravado? ¿O el pesimista que pasa el día quejándose e imaginando mil calamidades distintas?
Si acostumbramos a analizar cuidadosamente nuestros actos iremos poco a poco descubriendo la causa de nuestro fracaso, sea éste económico, sentimental o de cualquier otra clase. Veremos cómo nuestra actual situación es producto de una cadena de acontecimientos que han sido producidos por dejadez, desidia o decisiones equivocadas.
La costumbre de proponerse muchas cosas y no realizar ninguna por ejemplo, es altamente perniciosa, ya que para poder alcanzar dominio y poder sobre los acontecimientos externos, es necesario antes que nada acostumbrarse a cumplir con la propia palabra, y a cumplir y poner en práctica las propias decisiones. Quien pone en práctica esta enseñanza en forma metódica y paciente verá que cada día crece su dominio sobre las fuerzas de la Naturaleza hasta llegar a realizar todo lo que se propone.
La causalidad deja deexistir, pues su voluntad se convierte en ley para la Naturaleza.
El primer paso para la solución de cualquier problema es el optimismo. Basta creer que se puede realizar algo para tener medio camino recorrido. La actitud mental positiva es indispensable para el que busca la superación. Debe en todo momento sentirse alegre, positivo, pletórico de energía y vida, en armonía con las fuerzas creadoras divinas. Debe ser un admirador de la belleza en todas sus manifestaciones, a fin de purificar y sutilizar su alma. Jamás sentirse vencido o agobiado por nada. Como hijo de Dios el hombre tiene derecho a disfrutar de la protección de su padre y de todos los bienes de éste.
Al adoptar una actitud, mental positiva se aísla el individuo de todas las vibraciones destructivas que pueden llegarle desde fuera, y, por ley de armonía captará solamente lo positivo y superior.
En todo pueblo o ciudad existe una verdadera nube electromagnética donde se han coagulado las vibraciones de la energía instintiva, anímica y mental de los habitantes. Esta nube flota por encima del pueblo a una altura determinada por la densidad de las vibraciones. Todos los que viven allí o que llegan por primera vez cogen las vibraciones de esta nube. Como desgraciadamente vivimos en un medio pasional y egoísta, se comprenderá fácilmente que nos sobrecargamos diariamente de fuerza poco deseable. Estas vibraciones pasionales del alma colectiva de los pueblos, son las que nos cogen para sumirnos en la miseria, la depresión, la angustia y la mediocridad. Es difícil elevar la vibración mental y emotiva por encima del tono predominante en el grupo social, pero éste es el único medio para librarse de verdaderas intoxicaciones invisibles producidas por estas fuerzas negativas.
Si un día cualquiera despertamos de mal ánimo y decimos: “en todo me va mal, la vida no vale la pena vivirla" o algo por el estilo, nos ponemos inmediatamente en onda con lo negativo o inferior.
Como todos pasamos por momentos de crisis y situaciones difíciles, debemos acostumbrarnos a negar conscientemente lo negativo o malo para nosotros. Al hacer un esfuerzo de voluntad y sobreponernos a todo lo desagradable y malo que nos está sucediendo, estamos practicando científicamente la transmutación mental.
Esto es actuar al revés del común de la gente, que apenas sufren contratiempos de escasa importancia, los exageran tremendamente, contándole a medio mundo las “desgracias terribles” que les han ocurrido.
Lo correcto es mantenerse sereno y vibrar en el polo opuesto a la vibración que queremos cambiar.
La casualidad no existe en la vida, todo obedece a motivos o causas precisas. Lo que sucede es que no siempre podemos llegar a distinguir las verdaderas causas de aquello que recibimos como efectos. La ley de causa y efecto es la que va delineando el camino a través del cual nos moveremos en la vida, de manera que está dentro de nuestras posibilidades el poner en movimiento solamente fuerzas o causas positivas a fin de cosechar más adelante de acuerdo con lo que hemos sembrado.
La “buena o mala suerte” de un individuo obedece siempre a causas desconocidas que llegaron a manifestarse como efectos.
Esto de la suerte es un interrogante que aqueja a todos aquellos abandonados por la fortuna que no logran triunfar, a pesar de luchar denodadamente por salir adelante.
Estos desafortunados observan con envidia a los que suben y suben económicamente, y a los cuales parece favorecer la Naturaleza, ya que en todo lo que emprenden obtienen éxito sin grandes esfuerzos de su parte.
Examinaremos detenidamente este punto por ser de sumo interés para los que buscan superarse, ya que es justo que el hombre busque su prosperidad material y espiritual.
Cuatro son los principales factores determinantes de “la suerte” del individuo: 1.- Su destino, o sea la posición de los astros en el momento de nacer. 2.- El destino de sus padres, que en gran medida se traspasa a los hijos. 3.- Las experiencias recibidas hasta los 21 años de edad, y después hasta los 33. 4.- Las relaciones amorosas.
No considero aquí la actitud mental ni la fuerza de voluntad u otras cualidades que están influidas o dependen en cierto modo de los factores recién enumerados.
De nada sirven los conocimientos que no se pueden utilizar prácticamente, y es por esto que quiero en este libro poner en la medida de lo posible algunos conocimientos de Ocultismo al alcance de todos, sin que se necesiten estuDios previos para utilizar prácticamente las instrucciones que aquí se dan.
Es mi deseo por esto, eliminar todos los términos complicados que figuran en los tratados de Ocultismo, ya que para poder descifrarlos es necesario ser un erudito. Sé que en muchos de estos libros se ha ocultado deliberadamente la verdad, ya que es peligroso pregonarla a los cuatro vientos.
En la antigüedad los conocimientos ocultos se enseñaban solamente a elegidos después de haber pasado terribles pruebas de carácter físico, moral y espiritual; pero en esta era de materialismo y desconcierto es necesario divulgar esta ciencia hasta donde el secreto lo permita, a fin de que sirva de ayuda e inspiración para los que deseen proseguir estuDios superiores o para los que busquen sencillamente ayudarse en cualquier terreno, sea éste económico, sentimental o psicológico.
Hay personas que tienen graves problemas y buscan ayuda para solucionarlos, pero no saben adonde buscar y vanamente levantan sus ojos al cielo.
Si se les habla de Ocultismo se sonreirán incrédulamente tal como lo hace la ciencia. A estas personas les aconsejaría que pusieran en práctica primero los consejos que doy en este libro y solamente después de haberlos practicado juzguen por los resultados.
Si hace mil años se hubiera dicho que los hombres iban a hablar a través de un hilo, que tendrían una caja donde aparecerían imágenes vivas y que andarían en vehículos que se moverían por sí solos, la gente se habría reído tomando por loco al autor de tales afirmaciones.
Dentro de un tiempo que no conocemos todos los poderes maravillosos del Ocultismo como la telepatía, la clarividencia y otros menos conocidos serán de público dominio y practicados habitualmente en la vida diaria. Todo es cuestión de evolución. Mayor o menor tiempo transcurrido para adquirir conciencia e inteligencia. Si pensamos en la relatividad del tiempo, comprenderemos que puede existir una ciencia que acelere grandemente el desarrollo de la conciencia humana hasta límites desconocidos.
Esta ciencia se ha mantenido y se mantiene en el secreto ya que la Humanidad no está preparada para recibirla por no haber alcanzado el suficiente grado de perfección moral y espiritual.
Aquél que por la práctica constante del bien, del amor fraternal y de las virtudes humanas va elevándose espiritualmente, se hace acreedor a estos conocimientos que son imposibles de adquirir sin estar preparado para ello.
Por una equivocada actitud producida por el tremendo materialismo de nuestra época, todos buscan la felicidad a través de conquistas de orden material, situando en primer lugar la obtención de la riqueza y la fortuna, ya que con esto esperan conseguirlo todo en la vida, pero al final después de muchas vueltas y revueltas sólo quedan hastío y decepción, pues son poquísimos los que llegan a la verdadera felicidad que debe ser el patrimonio y legítimo derecho del ser humano en la tierra.
¿Qué se logra con tener grandes riquezas si se desfallece de hambre y sed espiritual?
Los jóvenes con su eterna despreocupación viven pensando en el hoy, pero cuando llegan a la vejez y se dan cuenta de que el tiempo ha transcurrido demasiado rápidamente y que no han realizado casi nada de lo que íntimamente anhelaban se preguntan con amargura: ¿Qué he hecho en la vida? ¿Qué huella dejaré en la tierra después que muera?
Por desgracia (o por fortuna) no se nace sabiendo, y es necesario vivir 50 ó 60 años antes de alcanzar el discernimiento necesario para no cometer errores. Paradójicamente, cuando se alcanza esta sabiduría, este conocimiento del arte de vivir, empieza a decaer el cuerpo debido a la vejez y sobreviene la muerte justamente cuando se había alcanzado un estado de conciencia adecuado para lograr una verdadera felicidad. Esta aparente injusticia nos debe dar mucho que pensar, meditar en qué potencia misteriosa es aquélla que nos dio la vida sin pedirla, y que cuando hemos aprendido a disfrutarla, nos la quita.
Naturalmente no todos aprovechan las experiencias recibidas y muchos llegan a la vejez tanto o más ignorantes que en su juventud.
Existen muchas Universidades en todo el mundo, colegios y centros de enseñanza que hacen sentirse orgulloso al mundo civilizado por el grado de cultura que ha alcanzado, pero en ninguna parte existen escuelas donde se nos enseñe la más difícil y necesaria de todas las ciencias: el arte de vivir.
El resultado final de una vida es casi mera cuestión de accidente o casualidad, producto de la gran Ley que rige al Reino Animal: la ley del más fuerte.
Es un verdadero milagro que jóvenes normales, sanos, de regulares inquietudes intelectuales y espirituales, lleguen a convertirse en profesionales, ya que encuentran tanto misterio; tanto abandono espiritual, tanto odio, tanto egoísmo, ignorancia e incógnitas sin solución, que es extraño que no terminen con su mente desquiciada por tantas y tremendas contradicciones. Triunfan generalmente aquéllos que logran colocarse una venda en la vista y tapones en los oídos a fin de no ver ni oír nada para mantenerse insensibles a los grandes problemas humanos.
Muchos que han llegado a vislumbrar la verdad repentinamente han terminado con su mente perturbada.
Los padres transmiten a sus hijos únicamente su personal concepto de la vida que estará solamente en relación con sus propias experiencias y conocimientos, pero no de acuerdo con leyes inmutables y eternas. Es por esto que los hijos siempre encuentran “anticuados” a los padres y se sienten incomprendidos por ellos.
La psicología y la psiquiatría hacen un esfuerzo notable tratando de acondicionar la psiquis para poder afrontar la vida en mejores condiciones, pero son incapaces de controlar ciertas manifestaciones psíquicas que están más allá de sus conocimientos ortodoxos.
Psicólogos iniciados en los misterios de la mente podrían contribuir en el ámbito educacional a cambiar el estado psíquico de sus consultantes eliminando todo lo malo y negativo.
Todos los jóvenes tienen graves problemas sentimentales y espirituales que generalmente no hallan eco en sus padres, y llevados por estos problemas cometen errores que en su sano juicio habrían evitado. Digo “en su sano juicio” porque cuando los problemas de cualquier tipo que sean, se convierten en una obsesión peligrosa, flaquea la estabilidad mental y emocional del individuo y deja de ser éste responsable de sus actos porque pierde la capacidad de razonar.
En estas ocasiones un psiquiatra es irreemplazable.
El buscar consuelo en la religión no satisface al hombre moderno que busca siempre el “porqué” de todas las cosas, que desea conocer la causa científica por la cual se produce algo.
No deseo de ninguna manera herir a los que profesan una fe religiosa sino que únicamente poner de manifiesto que si bien hay individuos que se contentan con aceptar dogmas por fe en una religión, hay otros que buscan el camino de la razón y el conocimiento para conocer las causas.
Para estos hombres que buscan el camino del conocimiento, el Ocultismo representa el logro de su búsqueda ya que si se dedican a investigar desprejuiciada, serena e inteligentemente encontrarán y conocerán las causas ocultas de todos los fenómenos que percibimos a través de nuestros sentidos y de nuestra mente.
El arte de vivir es tan fácil y tan difícil al mismo tiempo. Está todo encerrado en amaos los unos a los otros.
Por desgracia el ser humano es débil, falto de voluntad, estabilidad, unidad y conciencia. Tan débil es, que se ve perpetuamente acosado por multitud de deseos, ambiciones, oDios, egoísmo, vanidad y diversas pasiones que le cierran el camino a más elevados logros.
Todos estos estados pasionales forman una verdadera cárcel para el espíritu, que se ve incapacitado de disfrutar plenamente de su vida en el cuerpo y que no puede expresar a través de este cuerpo que es su vehículo en la tierra, sus pensamientos, deseos y capacidades. Él, que es perfecto en esencia por ser una emanación de Dios se ve arrastrado por la materia salvaje, animal y pasional a cometer actos que van en contra de sus deseos de mayor evolución.
En vez de servir el cuerpo al espíritu, se ve obligado el espíritu a servir al cuerpo, por haber sido totalmente borrado y desplazado de la conciencia humana por los deseos egoístas de la masa que busca satisfacciones propias de su condición.
Es por esto que el abuso de las satisfacciones puramente materiales como beber, comer, y disfrutar de refinamientos sensuales de todo tipo, deja una tremenda insatisfacción interna, que es la reacción del espíritu al verse arrastrado a la realización de actos en pugna con su elevada condición.
Un hábito de penosas consecuencias es el de acostumbrarse a satisfacer todos los deseos del cuerpo apenas se manifiestan. Se estima como la felicidad más completa el poder disfrutar de todas las comodidades materiales, aunque se viva como un indigente espiritual; y el hombre inteligente, fraternal y de una exquisita sensibilidad espiritual es a menudo mirado como un tipo de poco valer si no tiene una buena cuenta bancaria o un lujoso automóvil. Los poseedores de grandes riquezas son recibidos con respeto en todas partes y todo el mundo los reverencia y les abre paso. Forman una especie de aristocracia millonaria que desprecia a los desposeídos de la fortuna. Es bien curioso, sin embargo, lo que se puede observar en el plano espiritual o plano de la energía, llamado comúnmente cuarta dimensión. Allí existe la aristocracia del espíritu; fraternidad a la cual sólo tienen acceso aquéllos que han conseguido transformar los metales viles de su alma en oro espiritual, es decir, los que han vencido todas sus debilidades y pasiones para reemplazarlas por virtudes. En este plano puede verse a un importante hombre de negocios elegantemente vestido y pasajero de lujoso automóvil con apariencia de mendigo y llevando a cuestas una serie de horribles demonios. Estos demonios son las posesiones materiales de este hombre que se convirtió en esclavo de la riqueza. Él no tiene una casa, es la casa la que lo tiene a él. No tiene un automóvil, el automóvil lo tiene a él. Otro en cambio, que en vida puede ser un humilde barrendero es tratado en este plano como un gran señor y se le ve vestido con albos y bellos ropajes.
La vida es una gigantesca obra de teatro con millones de actores, donde cada cual se ha colocado una máscara para representar el papel que le ha sido asignado por el director de escena, o sea Dios.
La diferencia que existe entre el teatro y la realidad es que en la realidad cada hombre representa varios papeles, tiene multitud de disfraces y máscaras, uno para cada ocasión. Se ve obligado a asumir diversos papeles para impresionar a los demás y afirmar su personalidad. Después de mucho tiempo de llevar interpretando estos papeles, se confunden tanto con la realidad, que pasan a formar parte de la psiquis del individuo.
Estas máscaras contribuyen a mantener al hombre sumido en la ignorancia de la realidad, ya que todo lo percibe a través de sus “papeles”.
La divulgada recomendación “conócete a ti mismo” se convierte en un imposible entre la maraña de las máscaras.
Imaginemos una obra en que cada personaje quisiera interpretar su propio papel sin tomar en cuenta a los demás actores ni al director de escena y tendremos una buena idea de lo que ocurre en el alma humana. Se ha llegado a confundir tanto la escena con la realidad que nadie es capaz de percibir en forma objetiva lo que nos llega a través de nuestros sentidos. Toda percepción en el hombre es subjetiva y es por esto que vive en la ignorancia y es presa del dolor, la enfermedad y el temor a la muerte a pesar de tener toda la sabiduría del Universo dentro de sí mismo.
Esta trastrocación del principio pensante del individuo es la verdadera Torre de Babel que produjo la incomprensión total y completa de la Raza Humana. Todos los actos humanos están condicionados a sucesos externos que influyen de uno u otro modo en el estado de ánimo o mental del individuo inclinándolo hacia una determinada decisión.
Son muy pocas las exteriorizaciones auténticas del ego o espíritu que son las únicas que se pueden considerar dentro del plano de lo consciente.
Las manifestaciones corrientes son producidas por presiones diversas ejercidas en la psiquis por algo que ha llegado a través de los sentidos, o por estados vibratorios que se han grabado en el subconsciente debido al total de experiencias tenidas hasta el momento de la exteriorización.
El estudio del Ocultismo es el estudio de sí mismo, para aprender a distinguir lo real de lo irreal, lo auténtico de lo artificial. Podemos llamar a lo real el espíritu, y a lo irreal, la personalidad.
De aquí en adelante consideraremos la personalidad como el conjunto de vida que existe dentro del hombre que le ha llegado desde afuera a través de la herencia, la educación, el medio ambiente y las experiencias felices o desgraciadas.
En contraposición a la personalidad está la esencia, que es la irradiación del espíritu.
Al saber y comprender esto plenamente resulta curioso oír decir a un individuo: “Yo quiero hacer tal cosa” o “Mi opinión es la siguiente”.
¿Es que acaso las máquinas pueden opinar o querer hacer algo?
¿Puede hablarse de conciencia de una máquina, voluntad de una máquina o amor de una máquina? Los modernos robots que ha creado la ciencia no son nada nuevo, son sencillamente una caricatura humana.
Estos robots están acondicionados por medio de diversos circuitos para reaccionar siempre igual ante determinadas circunstancias. Según el circuito que actúe será la reacción. Es fácil darse cuenta de que es imposible que uno de estos robots “piense por sí mismo”, es decir, que ejecute actos que no estén grabados previamente en sus circuitos pudiendo no obstante combinar los datos en ellos contenidos. Desde el momento en que hiciere tal cosa habría nacido en él la conciencia. El hombre es igual a estos robots. Piensa, siente, reacciona, siempre de acuerdo a las combinaciones de sus diversos circuitos. Esto no es la realidad, no es lo objetivo; son circuitos trazados en su psiquis por diversas circunstancias.
Al referirse a este estado en que ha caído el hombre se dice en Ocultismo que “está dormido”, duerme profundamente, ya que todo le sucede como si lo soñara a través de los espesos velos de sus diversos circuitos. Todo lo agradable y placentero para la masa o cuerpo físico contribuye a hacer este sueño más profundo.
Ésta es la causa de todos los ayunos, privaciones, tormentos y disciplinas de todos los místicos que buscan el desarrollo de la conciencia.
Estas disciplinas tienen por objeto, “incomodar” al cuerpo, remecerlo fuertemente para hacerlo despertar de su letargo. Lo más terrible de este peculiar estado es que nadie se da cuenta de él, y a quien se le hable de esto se sonreirá irónicamente y dirá: “¿cómo voy a estar dormido, que no ves acaso que estoy despierto?”.
Esta incapacidad de reconocer el propio estado de sueño, cierra inmediatamente toda posibilidad de progreso, ya que mal se puede pedir a una persona que combata algo cuya existencia no admite.
Es posible llenar a conocer el estado de sueño únicamente por una cuidadosa auto-observación y autoanálisis. ¡Qué diferente es entonces el concepto de placer y dolor! Todo placer puramente físico favorece el sueño y todo dolor, sea éste físico o moral, es un verdadero sacudón que disipa el sueño.
El que ha despertado plenamente no necesita del dolor para evolucionar.
Por la importancia que reviste examinaremos en más detalle este asunto de la conciencia.
Si nos observamos atentamente veremos que en la vida diaria tiende a producirse una identificación o fuga de nuestra conciencia hacia todo aquello en que fijamos nuestra atención. Mientras más atraiga nuestra atención un suceso cualquiera, más perdemos la conciencia de nosotros mismos ya que la atención desplaza la conciencia hacia el objeto al cual se dirige.
En este momento es cuando se produce la identificación entre el individuo y el estímulo, identificación que lo deja totalmente dormido o inconsciente.
¿Puede estar plenamente despierto un individuo que no tiene la conciencia de ser?
El Yo o Espíritu vive preso en medio de la telaraña de las sensaciones que llegan constantemente al cerebro. Múltiples son las impresiones que llegan a través de los sentidos. La imaginación trabaja aceleradamente durante todo el día sin que tenga un momento de descanso. Todas estas sensaciones son las vallas que nos impiden llegar a ser conscientes. Si examinamos la psiquis de diversos individuos veremos que existen marcadas diferencias en cuanto al desarrollo de su conciencia. El hombre más bajo es aquél cuyo centro de vida está en el cuerpo físico únicamente, aquél en que predominan las funciones instintivas sobre el pensamiento y las emociones. En otros, el centro de su vida psíquica está en el corazón, lo emocional sobrepasa a todo lo demás, este hombre vive a través de las emociones únicamente. En un nivel un poco más elevado se encuentra el intelectual, cuyo centro psíquico de vida es el cerebro; este hombre utiliza la razón en todo y todo lo considera mentalmente.
Estos tres tipos de hombres forman la Humanidad corriente, los hombres-máquina o autómatas.
Sobre estos hombres se encuentra una categoría humana, totalmente desconocida de la cual sólo han trascendido chispazos de su genio, pero que nadie sabe cómo llegaron a elevarse por encima de los nacidos de mujer para transformarse en los hijos de Dios o dos veces nacidos.
No se crea que estos hombres son los que integran la realeza o la aristocracia de sangre o dinero. Su condición no tiene nada que ver con cosas materiales. Son sencillamente seres humanos que llegaron a conseguir todo aquello que el común de la gente se imagina tener, como por ejemplo, voluntad propia, libre albedrío, conciencia, libertad, etc.
A fin de dar una cierta idea del desarrollo de estos elegidos (muchos serán los llamados y pocos los elegidos) estableceremos una breve clasificación.
En el grado más bajo de los elegidos encontramos al hombre que puede haber nacido en cualquiera de los grupos anteriormente descritos pero que los supera por haber entrado en contacto con una escuela oculta.
Adquiere un Yo o centro psíquico más o menos estable y empieza a conocerse a sí mismo. Este hombre sin embargo todavía tiene la posibilidad de retroceder y volver al estado de sueño, de caer en su antigua condición ya que sus conquistas no son todavía permanentes, no se han convertido en carne de su carne y en sangre de su sangre.
Un peldaño más arriba tenemos al que ha logrado producir una cristalización psíquica, o sea que ha logrado unir su alma en un todo y refundirla en una determinada dirección. Naturalmente, es posible que esta cristalización se haya producido en una errada dirección, por lo cual este hombre no podrá desarrollarse hasta llegar a la perfección, a menos que se decida a un momentáneo retroceso y proceda a la fusión de aquello que había logrado cristalizar. Una vez hecho esto, tiene el camino abierto para una nueva cristalización de acuerdo con lo deseado.
En la cumbre de este camino de perfección se encuentra el hombre que llegó a alcanzar el completo desarrollo y evolución que puede alcanzar como ser humano y llegó a poseer para siempre voluntad, conciencia, inmortalidad, dominio sobre la materia, etcétera.
Podemos ver que todo el trabajo de desarrollo oculto se centra en el alma del individuo y tiende a eliminar primero todo lo negativo y no deseable para sustituirlo por buenas cualidades, y posteriormente unir todas las corrientes de fuerza del alma bajo la dirección del Yo y la voluntad.
Si analizamos nuestra alma nos daremos cuenta de su tremenda complejidad, descubriremos los ocultos móviles que nos llevan a actuar o reaccionar en una u otra forma.
Existen dentro de nosotros una serie de fuerzas que obstaculizan el correcto funcionamiento de nuestra maquinaria y éstos son los complejos, inhibiciones, y los sentimientos y pensamientos negativos o desintegrantes. Nuestra vida depende en mucho mayor grado de lo que imaginamos, de nuestra alma. Todo lo que aparecerá posteriormente en el cuerpo físico se origina en el alma. Si un hombre enferma es porque enfermó su alma. Si envejece, es porque envejeció su alma. Si “la mala suerte” lo persigue y no puede conseguir nada en la vida, es por su alma.
Es muy difícil verse a sí mismo, conocer las propias limitaciones y errores, pues generalmente la causa de nuestras desdichas se encuentra muy adentrada en la psiquis.
Es a través del alma que se manifiestan las fuerzas positiva y negativa de que hemos hablado anteriormente.
Según la fuerza que predomine nos elevamos o descendemos cada día.
La fuerza destructiva es la que impera en todos los momentos de pesimismo, desaliento, tristeza, melancolía, timidez, etc. Todo hombre que triunfa es porque ha sabido conectarse consciente o inconscientemente con la fuerza constructiva usando para ello su voluntad, sus sentimientos y su imaginación. Más adelante daremos instrucciones para usar prácticamente esta poderosa fuerza.
En este capítulo nos concretaremos a examinar los pequeños y grandes problemas del hombre medio que se derivan en su totalidad del binario Espíritu y Masa.
Si recordamos que somos espíritus en cuerpos de animales, nos daremos cuenta del eterno conflicto que existe en cada ser humano, el conflicto entre el Yo y el cuerpo o masa. Por cierto que no es posible identificarse sino con el cuerpo físico porque éste sirve solamente como vehículo al espíritu. Es la forma material con que éste se ha revestido para poder actuar dentro del plano físico. Como espíritu y cuerpo representan los polos opuestos de una misma energía que es Mente, la vida en la tierra se convierte en un verdadero cautiverio para el que no ha educado su masa a fin de que sirva al espíritu. En la mayor parte de la raza humana es el espíritu el que sirve al cuerpo y se convierte en un verdadero esclavo de éste, debiendo en todo momento prestar sus energías para la satisfacción de la masa. Ésta es la situación que el hombre ignora; el espíritu, que es energía superconsciente y superinteligente, es el criado de la masa que es materia bruta e inconsciente.
De esto provienen todas las desdichas, conflictos, contradicciones, enfermedades y dolores humanos.
El Ocultismo es la ciencia de volverse consciente e inteligente educando a la masa para que el espíritu pueda actuar con toda su potencia e inteligencia.
Ésta es la verdadera unión con Dios, o sea la unión con el propio espíritu, el encontrarse a sí mismo.
Toda disciplina espiritual que no parta de esta base es falsa y antojadiza y nada conseguirá el que pretenda elevarse hacia Dios sin haberse vencido y educado a sí mismo.
Muchos pseudo-ocultistas pretenden haber alcanzado la conciencia cósmica o sea la unión con Dios, pero no sería difícil comprobar que ni siquiera han alcanzado la conciencia de sí mismos, paso indispensable para llegar a lograr la conciencia cósmica.
Siempre debemos empezar por alcanzar conciencia en lo material para conocer nuestra exacta posición ya que desde el momento en que vivimos en un cuerpo físico no podemos olvidarnos de él para remontarnos a desconocidas alturas.
Es muy conocido en Ocultismo el símbolo de la estrella de cinco puntas o pentagrama que representa a un hombre de pie con los brazos abiertos.
Esta estrella se emplea en ocultismo porque representa el ideal, o sea el hombre cuya conciencia o espíritu domina plenamente sobre su cuerpo.
El profano, o sea aquél que sirve a la materia, se representa por esta misma estrella pero invertida, o sea el cuerpo dominado sobre el espíritu.
Aquél que ha realizado el pentagrama lleva una vida muy distinta del que no ha cultivado sus facultades espirituales. Físicamente su existencia puede ser similar a la de cualquier otro hombre pero psíquicamente vive en un mundo totalmente distinto, mundo donde no existen la fealdad, el odio, el temor, la muerte, el dolor ni la destrucción.
El ocultista es un verdadero científico que ha aprendido a dirigir conscientemente su vehículo, o sea, su cuerpo, maquinaria super complicada que domina y maneja al profano.
Este fantástico vehículo que es el cuerpo humano es manejado por el iniciado tal como una enorme central eléctrica en la cual conecta o desconecta circuitos a voluntad. Si su mente funciona demasiado a prisa, desconecta el circuito mental y ella queda inactiva. Si desea cambiar de personalidad a fin de entenderse con personas de otra esfera intelectual o social, cambia su estado vibratorio ajustándolo al medio en el cual quiere actuar. Si su hígado o estómago se enferma, establece una sobrecarga eléctrica en este circuito, a fin de saturarlos de vida y cambiar la enfermedad en salud.
Naturalmente que esto no se alcanza en poco tiempo, y ésta es la razón de que muchos estudiantes de Ocultismo se desalientan al no poder obtener resultados prácticos a corto plazo.
Para el Iniciado que ha llegado a obtener un dominio total y completo sobre la materia, nada es imposible, ya que puede inclusive rejuvenecer su cuerpo físico y vivir en la tierra por un período de tiempo increíble para los profanos.
Recordemos el aforismo hermético que dice: todo es mente, el Universo es mental.
Ésta es la clave suprema para todas las realizaciones humanas.
Todas las posibilidades se encuentran contenidas en este aforismo. Meditando detenidamente en él, es posible llegar a comprender muchas cosas. Comprenderemos que la causa de todas nuestras dificultades se encuentra dentro de nosotros mismos y que variando nuestro estado mental las venceremos.
Si comprendemos que todo es mente veremos que nuestro cuerpo es energía-mente detenida o coagulada en una vibración determinada. Nuestro cerebro, nuestro hígado, nuestro corazón son materia mental a través de la cual podemos actuar con nuestro pensamiento.
A fin de aclarar más el dominio que el iniciado alcanza sobre su cuerpo, diremos que a través de una rígida autodisciplina llega a hacerse obedecer de la materia mental o atómica de todo el cuerpo, pudiendo por lo tanto actuar sobre lo físico a través de lo mental.
Ya que, estamos hablando sobre el cuerpo físico analizaremos ese desequilibrio que se llama enfermedad.
Generalmente la ciencia médica se limita a extirpar los frutos venenosos de un árbol que se mantiene oculto y cuyas raíces están en el alma. Este árbol fructifica en forma de enfermedad y es regado o vitalizado por los estados negativos del sujeto.
Todo lo que conocemos como enfermedad se origina primero en el alma aunque sea una lesión puramente física tal como la fractura de una pierna.
Nada sucede porque sí, todo tiene una causa originaria, causa que debemos buscar siempre en los estados vibratorios del alma.
La creación de una enfermedad se debe generalmente a estados anímicos y mentales de carácter destructivo mantenidos durante largo tiempo en el alma. Estos estados negativos forman verdaderos núcleos magnéticos de carácter altamente destructivo. Cuando una de estas coagulaciones electromagnéticas adquiere mucha fuerza por la constante repetición de estados negativos, se desdobla o materializa físicamente en forma de alguna enfermedad. Esta enfermedad tratada en forma ortodoxa desaparece, pero queda dentro del alma la raíz que puede volver a fructificar por la repetición de nuevos estados negativos que sirven de abono o alimento a este árbol.
Es posible también que la vibración destructiva que produjo más tarde una enfermedad, haya penetrado en el alma desde fuera en un momento de debilidad vital o en un estado fuertemente depresivo o histérico, estados que abren totalmente las puertas de las defensas invisibles del hombre. Lo que conocemos con el nombre de Aura es la irradiación electromagnética del individuo que sirve como coraza protectora contra vibraciones extrañas. Cuando esta defensa desaparece quedamos a merced del inmenso océano de diferentes vibraciones que es la atmósfera que nos circunda.
Se objetará que muchas enfermedades son producidas por microbios. Sin embargo, es necesario considerar que la virulencia de un germen no depende exclusivamente de éste sino del contacto microbio-cuerpo. Es indispensable la existencia de un medio adecuado que se produce por la influencia de las coagulaciones electromagnéticas negativas. Mientras la ciencia no busque la causa de las enfermedades en el plano de la energía mental no podrá encontrar el remedio para aquellos males producidos por supermicrobios o microbios etéricos que existen como principio activo únicamente en el plano energético. Uno de estos casos podría ser el del cáncer, lo cual explicaría casos de posible contagio, al ponerse en contacto el enfermo con un sujeto cuya aura estuviera abierta.
Podríamos comparar a estas coagulaciones electromagnéticas con sanguijuelas que se localizaran en una parte del cuerpo y comenzaron a chupar la esencia vital de la célula. Una vez que este ente ha extraído esta esencia vital se produce la degeneración celular por falta de energía. A medida que el coágulo destructivo se alimenta va haciéndose más fuerte y extendiéndose hasta lograr una total aniquilación.
Es imposible que el cáncer se presente en un individuo de aura fuerte, magnética y pletórica de vida, belleza y amor. Son muchos los casos de enfermedades producidas por estados energéticos destructivos generados por el propio individuo.
La medicina oculta empieza por lo tanto por cambiar los estados vibratorios del alma para llegar a destruir lo negativo que puede llegar a manifestarse, o que ya se haya manifestado como enfermedad. Si pudiéramos ver en el plano de la energía, nos horrorizaríamos al observar a los demás y al observarnos nosotros mismos. Veríamos verdaderos Zoológicos ambulantes, hombres con parásitos de energía mental incrustados en diversas partes del cuerpo, según las pasiones dominantes del individuo. Cada uno de estos parásitos simulará formas grotescas de animales, verdaderos demonios que se alimentan de las energías vitales hasta producir el agotamiento.
Basta pensar que todas las energías humanas tienden a crear la mente, el corazón, los deseos, etc., para que nos demos cuenta de que con cada deseo y con cada pensamiento estamos dando a luz verdaderos hijos invisibles que son los que están formando nuestra buena o mala suerte. Es por esto que se puede afirmar sin exagerar, que el hombre es hijo de sí mismo porque de acuerdo con sus exteriorizaciones energéticas se va formando y creando a sí mismo. De él depende el crear ángeles o demonios.
Hay ocasiones en que nos encontramos con personas que a pesar de verse limpias y bien arregladas y ser totalmente normales físicamente, nos producen asco y repugnancia, sin que logremos darnos cuenta a qué se debe esto.
La causa de estas antipatías o simpatías repentinas radica en el desplazamiento electromagnético vital, producto de la vibración predominante en una persona, vibración que a su vez es producida por el conjunto de sus pensamientos y sentimientos.
Todo aquel que actúa de acuerdo con las leyes de la Naturaleza estará siempre protegido por ella, pero el que viola sus leves tendrá que sufrir su reprobación.
¿Puede alguien quejarse de mala suerte cuando no pierde ocasión de hablar mal de la gente o de proferir groserías constantemente?
¿Pueden quejarse el invertido, el borracho o el depravado? ¿O el pesimista que pasa el día quejándose e imaginando mil calamidades distintas?
Si acostumbramos a analizar cuidadosamente nuestros actos iremos poco a poco descubriendo la causa de nuestro fracaso, sea éste económico, sentimental o de cualquier otra clase. Veremos cómo nuestra actual situación es producto de una cadena de acontecimientos que han sido producidos por dejadez, desidia o decisiones equivocadas.
La costumbre de proponerse muchas cosas y no realizar ninguna por ejemplo, es altamente perniciosa, ya que para poder alcanzar dominio y poder sobre los acontecimientos externos, es necesario antes que nada acostumbrarse a cumplir con la propia palabra, y a cumplir y poner en práctica las propias decisiones. Quien pone en práctica esta enseñanza en forma metódica y paciente verá que cada día crece su dominio sobre las fuerzas de la Naturaleza hasta llegar a realizar todo lo que se propone.
La causalidad deja deexistir, pues su voluntad se convierte en ley para la Naturaleza.
El primer paso para la solución de cualquier problema es el optimismo. Basta creer que se puede realizar algo para tener medio camino recorrido. La actitud mental positiva es indispensable para el que busca la superación. Debe en todo momento sentirse alegre, positivo, pletórico de energía y vida, en armonía con las fuerzas creadoras divinas. Debe ser un admirador de la belleza en todas sus manifestaciones, a fin de purificar y sutilizar su alma. Jamás sentirse vencido o agobiado por nada. Como hijo de Dios el hombre tiene derecho a disfrutar de la protección de su padre y de todos los bienes de éste.
Al adoptar una actitud, mental positiva se aísla el individuo de todas las vibraciones destructivas que pueden llegarle desde fuera, y, por ley de armonía captará solamente lo positivo y superior.
En todo pueblo o ciudad existe una verdadera nube electromagnética donde se han coagulado las vibraciones de la energía instintiva, anímica y mental de los habitantes. Esta nube flota por encima del pueblo a una altura determinada por la densidad de las vibraciones. Todos los que viven allí o que llegan por primera vez cogen las vibraciones de esta nube. Como desgraciadamente vivimos en un medio pasional y egoísta, se comprenderá fácilmente que nos sobrecargamos diariamente de fuerza poco deseable. Estas vibraciones pasionales del alma colectiva de los pueblos, son las que nos cogen para sumirnos en la miseria, la depresión, la angustia y la mediocridad. Es difícil elevar la vibración mental y emotiva por encima del tono predominante en el grupo social, pero éste es el único medio para librarse de verdaderas intoxicaciones invisibles producidas por estas fuerzas negativas.
Si un día cualquiera despertamos de mal ánimo y decimos: “en todo me va mal, la vida no vale la pena vivirla" o algo por el estilo, nos ponemos inmediatamente en onda con lo negativo o inferior.
Como todos pasamos por momentos de crisis y situaciones difíciles, debemos acostumbrarnos a negar conscientemente lo negativo o malo para nosotros. Al hacer un esfuerzo de voluntad y sobreponernos a todo lo desagradable y malo que nos está sucediendo, estamos practicando científicamente la transmutación mental.
Esto es actuar al revés del común de la gente, que apenas sufren contratiempos de escasa importancia, los exageran tremendamente, contándole a medio mundo las “desgracias terribles” que les han ocurrido.
Lo correcto es mantenerse sereno y vibrar en el polo opuesto a la vibración que queremos cambiar.
La casualidad no existe en la vida, todo obedece a motivos o causas precisas. Lo que sucede es que no siempre podemos llegar a distinguir las verdaderas causas de aquello que recibimos como efectos. La ley de causa y efecto es la que va delineando el camino a través del cual nos moveremos en la vida, de manera que está dentro de nuestras posibilidades el poner en movimiento solamente fuerzas o causas positivas a fin de cosechar más adelante de acuerdo con lo que hemos sembrado.
La “buena o mala suerte” de un individuo obedece siempre a causas desconocidas que llegaron a manifestarse como efectos.
Esto de la suerte es un interrogante que aqueja a todos aquellos abandonados por la fortuna que no logran triunfar, a pesar de luchar denodadamente por salir adelante.
Estos desafortunados observan con envidia a los que suben y suben económicamente, y a los cuales parece favorecer la Naturaleza, ya que en todo lo que emprenden obtienen éxito sin grandes esfuerzos de su parte.
Examinaremos detenidamente este punto por ser de sumo interés para los que buscan superarse, ya que es justo que el hombre busque su prosperidad material y espiritual.
Cuatro son los principales factores determinantes de “la suerte” del individuo: 1.- Su destino, o sea la posición de los astros en el momento de nacer. 2.- El destino de sus padres, que en gran medida se traspasa a los hijos. 3.- Las experiencias recibidas hasta los 21 años de edad, y después hasta los 33. 4.- Las relaciones amorosas.
No considero aquí la actitud mental ni la fuerza de voluntad u otras cualidades que están influidas o dependen en cierto modo de los factores recién enumerados.
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