EL LIBRITO DE LA VIDA Y DE LA MUERTE capitulo 4
Para resumir, entonces: por una parte, como en (IV), como este «metafísico» Ser Desnudo o Nada-sino-Consciencia aquí en mi Centro, yo soy sin cambio, sin tiempo, sin muerte. Por otra, como en (I), (II) y (III), tan ricamente vestido, tan impresionantemente corporizado y lleno hasta rebosar de todos esos órdenes de cosas «físicas» ahí en mi periferia, yo soy temporal, siempre pereciendo y reviviendo, siempre cambiante –inexorable, pavorosamente–. Uno se sobrecoge de admiración ante este dinamismo pasmoso, inagotable. [Prueba (VII), pág. 38, «Despedir la mortalidad», me muestra todo esto claramente]. Encuentro que no tiene ningún sentido calificar a uno de estos dos –ya sea el Centro o ya sea la Periferia– como real y al otro como irreal: o bien como algo menos real y fundamental, menos verdaderamente MÍ MISMO, uno más que el otro. No sé sobre qué bases podría hacerse este juicio, o cómo podría verificarse, o qué podría significar. Y veo que tiene poco sentido, también, decir que uno de ...